Los mil y un cuentos sin terminar...

Como todo ser humano, el también tiene sus sueños, cree poder lograrlos y los intensifica a cada momento que puede, a su alrededor no hay nadie, es una persona sola en este mundo lleno de gente que lo quiere dañar, que quiere acabar con las personas que estorban, con aquellos ilusos que creen poder cambiar el mundo.

Su familia a muerto, no por una coincidencia, mas bien un ajuste de cuentas, amigos, conocidos y el amor de su vida, todos se han ido para nunca mas volver, tirado en un basurero lejos del malvado ojo humano se esconde y llora por todo aquello que ha acabado con su mundo.

Y pensar que un día el era parte de lo que odia.

Si todo comenzó el día en el que quiso cambiar su vida, tenia grandes planes, quería hacer dinero, quería formar una familia, ser felices hasta donde sus capacidades lo permitieran.

Ese día se levanto muy temprano, se puso su mejor ropa que tenia en su armario, se peino y se puso zapatos, una cosa inusual para un amante de los cómodos y viejos tenis.

Antes de salir entro a su habitación y ahí estaba, recostada descansando como un hermoso regalo que recibió de dios, no había un solo día en el que no se sintiera agradecido por el amor de aquella mujer que lo hacia feliz hasta mas no poder, aquella que un día conoció curiosamente esperando, esperaba en una Terminal de autobuses, por coincidencia habían llegado tarde, les dijeron que aun podían encontrar boletos pero que se formaran, el estaba atrás de ella, le llego su hermoso olor, era dulce pero a la vez acido, una fruta exótica, una mujer extrovertida, llena de energía, no podía ver la cara pero le intrigaba conocer a esa mujer, había algo más que ese exquisito olor que le llamaba la atención, era el querer saber quien era.

Siguieron esperando en la fila y...