El día de hoy presento un video que no vale la pena por múltiples razones. Entre las más importantes se encuentra el he hecho de centrarse en la realidad. Ninguno de nosotros somos espermas de Carlos Reygadas, Guillermo del Toro o de algún afamado "artista".

Somos simples hormigas que se deciden a seguir. Ahora; de que se trata todo esto. El nombre lo dice todo. Solo son imágenes aleatorias intentando tener un sentido en la existencia de la vida humana. Cuantos científicos se sienten expertos como para compartir su descubrimiento con la mente. Al final somos partículas vacías deseando tener un sentido real. Somos mierda. Te gusta??? El día de hoy volteo a ver una serie de imágenes sin sentido. No tengo un renombre por lo tanto no son nada. De esto se trata; de no ser nada, de creer, de vivir...




https://vimeo.com/58006882

Imagenes aleatorias..



El día de hoy presento un video que no vale la pena por múltiples razones. Entre las más importantes se encuentra el he hecho de centrarse en la realidad. Ninguno de nosotros somos espermas de Carlos Reygadas, Guillermo del Toro o de algún afamado "artista".

Somos simples hormigas que se deciden a seguir. Ahora; de que se trata todo esto. El nombre lo dice todo. Solo son imágenes aleatorias intentando tener un sentido en la existencia de la vida humana. Cuantos científicos se sienten expertos como para compartir su descubrimiento con la mente. Al final somos partículas vacías deseando tener un sentido real. Somos mierda. Te gusta??? El día de hoy volteo a ver una serie de imágenes sin sentido. No tengo un renombre por lo tanto no son nada. De esto se trata; de no ser nada, de creer, de vivir...

Oda a la mujer que no escucha

El sol me lastimaba, cerré los ojos y pensé en las cosas que quería hacerte.
Me quedé dormido. Estaba sentado y hacia calor, jadeaba mucho.
Estabas frente a mi con los brazos cruzados viéndome con fastidio; apretabas los dientes y tus ojos ardían.
Me quité de donde estabas y me seguiste con la mirada, entonces me di cuenta de que yo era la causa de tu enfado.
Empecé a caminar de un lado a otro,  te veía de reojo.
Podía ver como el odio crecía en ti, debí haber hecho algo muy estúpido.
Seguías sentada y no te movías, me fui acercando a ti por un costado, no volteabas así que me acerqué más. Estaba justo a tu lado y me tiré al piso, arqueaste la ceja un tanto desconcertada, un tanto altanera; de todos modos nunca volteaste. Cauteloso busqué tu mano y para mi sorpresa dejaste que la agarrara.
La tomé, la observé, la acaricié; seguías sin voltear a ver lo que pasaba.
Sentí tu enojo, tu odio, pero esas eran cosas tuyas porque a tu cuerpo no parecía importarle.
 Por alguna razón creo que mi lengua existe para lamer tu piel.
Con la punta de mi lengua húmeda comencé a lamerte,
empecé por tu dedo, por tu palma, tu muñeca y continúe cruzando un puente sin retorno.
Para serte sincero no tiene caso volver porque yo solo quiero seguir adelante.
Cada lunar cada peca entre más arriba más me sabe; es como lamer cerveza del piso.
Es tan refrescante, no puedo dejar de salivar.
Llegué a tu hombro alcé tu brazo y lamí tu axila; fue lo mejor que pude haber hecho.
No lo vi pero tu boca cambió de parecer;
al final no resulto ser tan malo lo que hice, parte por parte tu cuerpo me perdonaba.
Terminé con tu axila porque estaba ansioso por llegar a otra parte,  a tu cuello.
 Es que tu cuello sabe a dos cosas,
al perfume de tu cabello porque es lo que siempre lo guarda y lo mantiene a salvo de  cualquier bestia que pudiera llegar a morderte;
y por el otro lado preserva tu carácter, encapsulando tus secretos en un forro de piel terso.


No estoy seguro de que hay adentro a veces intento desgarrarte para descubrirlo, pero nunca puedo.
 Así qué lo intenté y de nuevo fracasé, pero todavía me faltaba el postre; tus oídos.
Son esas dos piezas con las que decides escuchar o ignorar, son tus instrumentos de placer,
a través de ellos escuchas la música que ha de reconfortar tu espíritu,
a través de ellos recolectas fragmentos que conviertes en composiciones sonoras que sólo existen para tu degustación;
a través de ellos escuchas tu voz aunque a veces no la reconozcas. Son el instrumento que aún no se tocar, a lo más que he llegado es a resbalar entre sus bordes y no me alcanza la lengua para reconocer su sabor, sentir su perfección.
Seguí por unos minutos, no escuchaba nada, ni siquiera tu respiración, creo que te fuiste.
Aproveché para regresar a mi parte favorita, tomé tu cuerpo con mis dos manos,
tus cabellos negros se desbordaban sobre mi, yo era un hombre feliz. Feliz y desesperado.
Me acerqué con suavidad a tu cuello y lo olfatee, en ese momento te quería devorar,
abrí mi boca lo más grande que pude y me dispuse a saborear tu carne a beber de ti,
estuve punto de hacerlo pero me arrepentí;
que sería de mi si esa hubiera sido la última vez en la que te iba a probar. Yo no podría vivir así.
Nací para lamerte siempre y tu lo sabías por eso no me detuviste, estabas tan segura de lo que sabes, mis movimientos te resultan tan agradables como previsibles.
Al final reaccionaste y al verte entre mis brazos me tomaste entre tus manos y me besaste.
Un beso suave y refrescante, largo. Sentí que se me acabó el tiempo en ese beso.
 Al final me perdonaste, ¿verdad qué sí?