¿En dónde me coloco yo?

Llámalos Ricardo, Julia y Roberto, a lo mejor Sócrates, Séneca y Foucault, siempre se trata de quedar colocado e identificado con la postura que alguien más ha dado. Siempre se trata de reafirmar o de sostenerse en lo que alguien más dijo, es lo que da más fuerza y validez a las palabras, es lo que nos respalda ante el resto de la humanidad. De entre todas las patrañas y charlatanerías siempre a modo de acomplejamiento, obsesión o incluso perversión el hombre busca, no importa que sea nunca se va a cansar de buscar. Unos dicen que la verdad, otros dicen que nada; cuando lo único que importa es la búsqueda en sí, es lo que lo hace que su vida tenga un sentido, el que sea. Esta obsesión-acomplejamiento-perversión nos ha dado resultados, positivos o negativos dependiendo de a quien se le llegue a preguntar. Entre el descubrimiento de esto y aquellos nos tendemos en una manta de seguridad mientras vemos las nubes con las que a manera de densas fumarolas hemos ido llenando el paisaje a nuestro alrededor mientras nos sentimos seguros escupiendo al aire. El ocio según se juzga es la más grande expresión de la holgazanería, muy bonito volvería hacer regresas a ser seres primitivos sin preocupaciones ni metas, sin futuros ahogados, planes improductivos, necesidades inducidas, necedades y falsedades. Pero claro que es imposible volver atrás estando ya en un círculo vicioso que no terminas con la muerte del yo, sino de la sociedad en sí.
¿Qué en donde me coloco yo? ¿Qué soy yo ante esto? ¿El pesimistas y amargado imbécil que piensa que nada vale nada mientras que su pútrida imagen desaparece supliendo su existencia con el olor a muerte; o el alegre que motivado por un hambre de saber se pregunta ante el espejo cual cliché de la modernidad, o seré el indiferente parasito que se cruza de brazos mientras el vello facial y las arrugas hunden su rostro en el abismo negro que termina por devorarlo?
Confusa e innecesaria pregunta, larga y hasta incoherente, resulta ofensiva y no va al punto de completar los objetivos y necesidades de la materia. He de confesarme culpable, he de tratar de explicarme en la forma más comprensible y clara, he de resolver el misterios de mis acciones impulsivas, sino mas que justificando mi postura. Empecemos por el comienzo de la indiferencia; esa cruel bestia que domina al holgazán, ese camino de la izquierda que simplifica la vida en general. Esa que con brazos suaves y amorosos me digne a abrazar. Mi amiga, mi amante, mi maestra; mi fiel excusa. Dicen tristemente que está es una generación que nació muerta, somos esos que fuimos traídos a este mundo con un cordón umbilical amarrado a nuestro cuello, el tentáculo de muerte. Lo dicen como una triste afirmación, somos niños egoístas que decidimos usar la bufanda de moda. No cabe duda que hemos escogido este modo de vida, en contra de todos los acontecimientos, en contra de toda injusticia, de toda señal de crueldad humana.
Fuimos unos cuantos que no clavamos un hasta a nuestro pecho ondeando en alto el nombre de alguien más. No me sonrojo ni me alegro de mi “transgresión” que tan desgastada de ha vuelto como palabras. Ya no suena, se ha vaciado totalmente entre los miles y miles de idiotas que se han querido distinguir. A manera de cliché funciona, de burla, de seguridad; yo que sé. Solo me suena a una postura ridícula, tan ridícula como la frustrante indiferencia.

Pero, ¿A dónde pretendo llegar con todo esto? ¿Qué tiene que ver con la el yo, y las tecnologías del yo expuestas por Foucault? Bueno pues empiezo por hacerle la misma pregunta al ensayista y eminencia. Existía esta visión, este intento por empezar a estudiar lo proveniente de las tecnologías, de estas herramientas que ayudarían al hombre a encontrarse, a ubicarse e incluso a darle un tranquilizante llamado paz y armonía mediante el cual “encontrará la verdad” renunciará a su yo para encontrarse, cuidarse, distinguirse. No cabe duda que hablar de los antiguos filósofos y la historia grecorromana es hablar de lo político, del poder, del conocerse, reconocerse y mediante la sutileza de la seducción convencer. Visto todo como una táctica delicada y digna de hombres inteligentes y respetables. El conocerse es conocer y esto significa ver tus debilidades, manejarlas y saber cómo encontrarlas y manejarlas en el otro, es un sistema impecable. Sería admirable dejarse seducir y sucumbir ante este modo de erotismo y manipulación.
Claro que como todo ideal utópico es planteado por estos pensadores como un camino a la felicidad y el buen morir. Esa sonrisa que prevalece luego del último respiro, del último aliento que ha de culminar la existencia de un alma. Considero que es como una completa falacia hablar de felicidad y armonía para la muerte. Sabemos que esas cosas no han de llegar en vida, ¿Por eso conformarse con la muerte? ¿Será esto peor que la indiferencia, o es simplemente una conclusión ridícula para intentar justificarme?
He sabido de personas que sin conocerse han sabido llegar a esa paz y armonía al caer la muerte. Es el fin, no hay otra cosa más que hacer que tener el valor de mirar al sol y esperar a que tus ojos se derritan. Eso si ya no es conformismo y es imposible llegar a la indiferencia a ese punto de tu vida, ¿Acaso habrá alguien que se atreva a morir dándole la espalda a la muerte? No creo, el hombre es un cobarde que suplica hasta el último momento, pero cuando ya no queda más decide levantarse y decir “bueno está bien, que sea yo recordado al final como un valiente”
Es aquí cuando el desanimo alcanza al curioso y lo hace cuestionarse, ¿De veras quiero conocerme para “morir en paz” sabiendo que de todos modos la muerte me ha de alcanzar con “dignidad”?
Ya sé, es la peste de los niños muertos quien regresa a tirar un miembro pútrido de su cuerpo. Tal vez no tenga una razón, un motivo pero seamos honestos es su naturaleza, es esa la razón que lo mantiene con vida. Hay quienes hablan de un niño interno, hablemos hoy de un niño interno muerto. ¿Lo conozco? ¿En donde lo coloco? ¿Con quién se identifica? ¿Lo acepta?
No lo creo, siempre en aquel desesperanzado egoísta e indiferente existe este ente patético que lo domina, es el que lo hace caminar por el barranco sabiendo que hay un puente. Al final lo ha de conducir a la muerte, pero al paso de este dolor innecesario. Esta autoflagelación del yo por continuar lejos del camino que le es marcado por considerarlo patético, igual que considera patética la subversión de sus actos.
¿Será indiferencia o es solo un niño asustadizo que teme por el monstruo que debajo de su cama planea como comérselo? Hablamos entonces de una falta de búsqueda por miedo a tocar la puerta en el vecindario correcto. Hablamos de temer encontrar al inquilino cubierto en sus cobijas con el teléfono en las manos e intentando encontrar el número telefónico de su madre en la guía telefónica que está al lado de su cama.
¿Y que tiene todo esto que ver con el yo, con el donde me ubico? ¿Será solo la evasión de la preguntas o es que la acabo de contestar sin darme cuenta?
No sé si lo sabré algún día, si en algún momento me digne a verlo, el caso es que no soy yo el que lo quiera ver, quizá nadie más, ¿Qué se hace cuando la telaraña alcanza al arácnido y lo hace victima de su propia trampa? Siempre habrá algo que hacer, la misma araña sabe qué hacer, pero tal vez solo espera a ser comida por otro depredador, tal vez lo espero o tal vez empieza a comer. Solo que tenga cuidado porque seguro su carne ha de saber igual.

El taxi...

Así que tomé el coche, prendí el motor y cerré los seguros con mi interruptor electrónico que está poca madre. Sé que estamos en tiempos en los que está bien cabrón salir así de huevos a trabajar en la noche, pero no namás; lo hago por el varo, creo que vengo corriendo de algo; y es que la neta nunca me latió eso de la vida en pareja. Ese pinche pedo de andar ahí en la casa dando dinero y ganándolo como pinche mula, ya sé que de taxista uno si no le busca se muere de hambre, y por mí no hay pedo pero tengo chamacos, tengo a mi vieja, tengo tantas putas deudas que no sé ni por dónde empezar. Está culero el pedo, uno hace estas mamadas porque viene huyendo de algo y terminas huyendo de algo más. Ni pedo, son las cruces de mi vida, por algo dios me da esto, por algo dios me alimenta con esto; señor, lo que tú me pidas yo lo haré y lo haré porque me has dado un cuerpo, un alma y algo en que pensar.
Creo que me gusta trabajar en la noche, ya van como cinco veces que me asaltan, hasta un pendejo me quiso quitar el coche pero no contaba con que yo ya estaba bien curtido para esas madres. Hijo de su puta madre, me pone al piso de rodillas y espera que como un mendigo le chupe la verga, espera que me baje como un perro y le ruegue por mi vida. ¿De dónde creía ese puto que yo venía? Quizá pensaba que era el primero en mi vida, pero luego de sentir la sangre caliente, el pinche bato chillando, la puta navaja ir y venir, ¿todavía cree ese bestia que me va a ver la puta cara de pendejo? No me siento orgulloso, pero, siempre vale la pena pasar por quien sea para salir adelante, a mi ningún puto me va a quitar lo mío, lo que con tanto esfuerzo me hace a mí, alimenta a mi familia. Pinches gusanos de mierda, creen que aterran a uno, cuando a mí el hambre me ha movido a más cosas, cosas que no tienen ni idea; putos morros.
Empiezo mi día a las 8 de la noche, llevo a los pinche niños riquillos a sus “antritos” si supieran lo que un antro significaba en mis días, si realmente se dieran a la tarea de buscar un lugar así. Pinches morros se les saldría la caca del miedo. Pero pues ellos que pueden entender de la vida nocturna, con esas pinches gordas meseras que te sirven la chela en las piernas y te chupan el pito por cincuenta varos. Aprenderían lo que es la vida y no con esas putas flacas que les aprietan el ano si no les dan buenas cosas, si no las pasean con cadena de oro y en unos pinches coches bien bonitos, verga, si mi tsuru me lleva de aquí a las costas de Acapulco sin pedos.
Total que uno de esos putos morritos me abordó, le cobré al doble un viaje que ni era tan lejos, no me dijo nada, no repelan ni madres porque a ellos no les cuesta poner sus putas caras de pendejos para que sus papis les suelten el billete, ¿ellos que saben de sufrir por algo?, nada; más les chupan los huevos a papi y les dejan caer las nalgas, que importan unas lagrimas si sabes que tienes el futuro asegurado.
Hasta eso que el morrito me cayó bien, le di mi número y le dije que me marcara cuando saliera para que lo llevara y que así no se arriesgaba a que le hicieran algo. Yo sabía que me dejaría buena feria y que si me marcaría. Pasaron unas horas y me marcó, yo sabía que ya me lo había echado a la bolsa, me trajo de arriba abajo, cruzamos un chingo de veces, pasamos varias veces a diferentes oxxo’s. Buen pedo el chamaco; me disparó las chelas a mí también, pasamos a uno de los puteros más exclusivos y por poco no paso porque alegaban que el chofer se podía quedar en el estacionamiento. Claro que el morro dejó un billetito en la entrada.
Vi pelos tan ricos como nunca pensé, pinches chichonas por todos lados, hacían rusas hasta con los pies, privados de a montón, chupe tetas de cada continente y la neta me valió verga la chamba; era viernes y sabía que podía juntar mucho varo, de hecho es el único día en la semana en el que de veras me armo de algo, pero pues la verdad cuando uno ve tanta carne se pierde ahí. El morro tenía dinero pero realmente no era nadie, en ese lugar no significaba nada, no le querían soltar ni siquiera a la más culera de las viejas, pues para eso falta tener más parado el culo.
Al final mejor prefirió que lo llevara a su casa; le pregunté por la dirección y me dijo que él me iba a guiar. La carretera estaba muy oscura, yo pensé que no había luz pero el me dijo que así siempre estaba, no podía ver ni madres y si no caía en los baches era de puro milagro. Por fin me dijo que retornara y llegamos a una parada de camión, con las luces del carro iluminé a dos putas bien flacas y a tres batos con chichis, me cagan la madre porque el pito se les veía desde antes del retorno. El morrillo decidió llevarse a los putos, no lo juzgue porque al fin y al cabo es su pedo, si se los quiere chingar es muy su problema. Qué más da cuando él es que manda. Yo subí a tres putos en mi coche y esperé a lo que podría pasar.
No llegamos a su casa, más bien a un motel barato, por todos pagó más de lo que pudo haber pagado; en un hotel de putos pudientes, pero no lo juzgo, el trae el varo, yo no.
Yo le dije que podría esperar en el auto pero él quería que subiera, no lo quería contradecir en este punto, así que lo hice. Vi cosas que jamás me atreví a ver, ese pinche joto me traumó para toda la vida, no puedo creer que aguante a estar ahí, pero pude. Era “homosexual” y de lo más salvaje que pudo ser; les pegó a las locas hasta hacerlas gritar de verdadero dolor. Le valió madres que no quisieran estar ahí; el quiso conservarlos. Nunca los dejó salir. Estuve todo el tiempo sentado en una silla de madera que estaba por romperse. Yo no podía hacer nada, no quería hacer nada en absoluto, veía y al mismo tiempo sabía y sentía que un bulto crecía en mis pantalones. Yo no soy ningún puto, yo sé lo que me puede excitar, exceptuando hombre o mujeres, eso no importa sino la sensación que provocan.
Al final los corrió y me sentí más en paz, sabía que podía caer dormido sin ninguna preocupación, ellos estaban chillando afuera como viles putas de mercado; hablando hasta cansarme; pero, gracias a dios que estaban afuera.
Seguía sentado yo, esperando las ordenes del morro, lo mire a los ojos esperando su respuesta, el se me acercó y me dijo “ya vámonos” tenía los pantalones abajo y caminaba con trabajos, sin embargo escupió mi verga; la escupió demasiado, la sentía realmente mojada y de pronto ese morro se sentó, se sentó en mi pito como si nada. Tenía las patas abiertas y lo veía bajar una y otra vez. Nunca me sentí en un lugar tan apretado, ahí estuvimos largo rato. Yo me bañé y él me bañó.

Nos quedamos dormidos. Lo lleve a su casa a las 6 de la mañana, el sol salía y llegamos a una casa con un muro grande, sin embargo alto. El abrió la puerta y de pestaña vi su casa. Maldito rico de mierda, probablemente no era el primero al que se cogía. No sé; es temprano me haré unos análisis, por mi seguridad, por el bienestar de mi familia…