Son decadas iguales, son personas iguales, son dolores iguales. Todos han gritado, han llorado, se han comido la pena de un mordisco. Cuantos no se han mirado al espejo para ver que lo suyo no es de agua, que la risa se vuelve verde, que la humedad dejó ya rastros en las mejillas negras de olvido.
Cuantos arboles con cortezas sin terminar, siempre una encima de la otra. Todo inconcluso, todo podrido, con esa misera felicidad de 34 segundos. Y siguen corriendo los rumores que habrá algo mejor. Cuantos ilusos tatuando algo que ni siquiera es suyo. Cuantos mas se adueñan del mismo ejercito de pordioseros. Preguntame cuantas veces mas te tendré que escupir en la cara, siempre en el mismo estado infructuoso de no poder comer mis propias flemas. Mañana callaras, siempre será un día mas ahogando tu fuerza. Y ya creías que la pena no era eterna; tu pensaste que la vergüenza era cosa de los débiles. Ahora comenta entre dientes, platicate en susurros. Date cuenta que la gloria de tus huesos se vuelve frágil. Pasa entonces un día mas sintiendo que comes todo a tu paso, sigue sintiendo que las gota no traspasan tu piel, sigue soñando que eres seguro y libre.
Porque no te da ya por concluir tu histeria, porque no sientes el frio metal lamiendo tu sangre, suena a delirio, suena a ego. Ya basta de poner la misma palabra en mi boca, deja de cocinar tus respuestas sin probar lo que resulta. Calla si el aire no agita tu voz. Asegura hasta que sepas como te atrapara tu dios. Contempla una vez mas, mira a todos lados y date la bienvenida. ¿ahora todo es igual?