No lo recuerdo muy bien, fue hace ya unos cuantos meses y sentí que la cerveza subió un poquito de animo a mi personaje. Estaba un tanto borroso, no se, a lo mejor solo era que se me cerraban los ojos del sueño que tenia, sin embargo quería seguir ahí parado viéndola ir y venir una y otra vez. Ese trasero perfectamente abultado ir y venir entre el delantal negro. Un punto blanco entre lo oscuro, un vientre de luciérnaga brillando entre maizales y grillos asquerosamente ruidosos. No podía evitar verla moverse entre la gente, no podía dejar de contemplar las formas de su cuerpo entre esa blusa tan pegada, lucia tan suave, pero ni cerca de lo suave que era su piel. No me pare a tocarla ella se acerco y retiro mi envase para ofrecerme otra mas, mi mano tomó al mismo tiempo la botella; no toque el frió vidrio, sino mas bien esa mano suave y remojada, un tanto arrugada por la humedad, pero por un segundo fue como tocar esas nalgas, tocar esos senos y al final la quito un poco asustada porque para ella fueron los cinco segundos mas vergonzosos de su día. O tal vez no, solo ella sabe cuantos bastardos asquerosos como yo pudieron haber tocado ese cuerpo manchado de humillación. Al final me limite a sonreír y pedir otra mas, de otro modo hubiera querido derribarla y llenarla de mis fines mundanos, corromper la dulzura y romper la ilusión que yo mismo cree.
Sabia que al decir algo mas estaría violando mi derecho de observante, pasaría de ser un simple enfermo a un enfermo en potencia peligroso.
Además dudo que realmente fuera la mitad de lo que vi. Siempre es así en un momento de insanidad, en un reacomodamiento cerebral o en un pequeño periodo en el cual no se esta siendo oxigenado correctamente. Es el brinco justo para que se estrechen mis pupilas en tan terribles deseos carnales, terribles no por una vergüenza que me embargue. Es mas bien por una frustración de no poder llevar a cabo mi deseo, lamentablemente.
Por otro lado tenemos el hecho de que no doy un paso sin que antes lo den, no puedo hacer yo otra cosa que clavar mis ojos mas allá de su aterciopelado interior. Siempre tiene que ser así, de otro modo no funciona.
Entonces seguí observando sus adorables atributos y volví a imaginar de que otra forma podíamos terminar en aquel baño maloliente, con sus gritos como himnos y yo con una sonrisa indeseable.